A los hongos Pilobolus no se les encuentra, se les busca, y además con lupa (literal).
Según tuve conocimiento de su existencia y de su fascinante forma de vida intenté encontrarlos y lo conseguí en… ¡una boñiga de caballo en los pastizales de La Granja (Bóveda)!.
Pilobolus es un género de hongos coprófilos (que crecen en excrementos animales y se alimentan de ellos) de pequeño tamaño (menos de 1 cm) y aspecto curioso tal como puede verse en la fotografía superior: tienen un delgado filamento rematado por una cabezuela algo esférica, transparente, llena de líquido y coronada por una tapa negra semejante a una diminuta lenteja.
A ese conjunto se le denomina esporangióforo, en el que la cubierta negra es el esporangio que contiene entre 30.000-90.000 esporas.
Esas esporas son las responsables del ciclo de reproducción del hongo y han de caer en la hierba lejos de las boñigas (el ganado quiere hierba limpia para comer), para lo que Pilobolus ha desarrollado una estrategia curiosa.
En primer lugar cada esfera se orienta hacia la luz solar (fototropismo positivo). Hay que tener en cuenta que si la boñiga está en una zona de árboles, la orientación hacia el sol aumenta la probabilidad de apuntar a terreno despejado.
A la par, la presión del liquido interior va aumentando hasta 5-7 atmósferas (la presión de un neumático ronda las 2,5 at). Llegados a ese punto, la esfera revienta y expulsa, junto con el líquido, el negro esporangio a la increíble velocidad de 50-90 km/h, lo que le permite alcanzar casi 3 metros de distancia.
El negro esporangio se adhiere a la hierba a la espera de que una vaca o caballo lo coman y como es resistente a los ácidos gástricos, saldrá intacto junto con las bostas.
Es ahí, en ese ambiente cálido y nutritivo, donde las esporas germinarán y se transformarán en un conjunto de filamentos (el micelio, verdadero cuerpo de un hongo) que crecerá a gusto hasta fructificar y comenzar un nuevo ciclo.
No terminan aquí las sorpresas que nos ofrece este diminuto hongo, pues resulta que algunos nematodos (gusanos cilíndricos como el anisakis, la triquina o las lombrices intestinales) han aprendido a aprovecharse de la capacidad artillera de Pilobolus para infectar al ganado. Veamos cómo.
Determinados nematodos parásitos como Dictyocaulus sp. se alojan en los bronquios de vacas y caballos produciendo enfermedades respiratorias. Tras poner los huevos, estos eclosionan y nacen las larvas. Cuando el animal expulsa la mucosidad bronquial, parte de ella es tragada junto con las larvas, que pasan al estómago e intestinos. Dado que son resistentes a los jugos digestivos consiguen salir con las heces.
Si coincide que en esa boñiga crece Pilobolus, las larvas pueden trepar hasta el esporangio y ser lanzadas con él a la hierba limpia, a la espera de ingresar en otro animal. ¿No es increíble que el nematodo haya aprendido a valerse de un hongo para facilitar su ciclo biológico?
A menudo pienso que detrás de cada organismo, por muy pequeño o aparentemente anodino que sea, hay una historia que contar y el diminuto Pilobolus me lo confirma.
*https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=190326. ** https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19032714