Todos los pueblos de Gaubea-Valdegovía tienen la ventaja de tener numerosos senderos que se pueden realizar sin recurrir al automóvil y Bóveda no es una excepción.
En esta ocasión he realizado un corto pero agradable paseo circular, de poca pendiente y apropiado para todas las edades y que tiene como referencia el entorno de Los Pozos, un lugar muy visitado por senderistas y recolectores de setas.
Inicio la marcha a la altura del centro social y camino por la carretera A-2622 en dirección al puerto de La Horca. A unos 250m, frente a una fuente-lavadero cruzo el río Omecillo por un puente y continúo por la pista de la derecha, balizada con una señal del enlace al GR-1 que se dirige a Río de Losa y el Puerto de la Horca.
En los bordes ya veo florecida a la olorosa primavera (Primula veris, San Jose lorea en euskera) y a los endrinos (Prunus spinosa, elorri beltza en euskera). Tras superar la cuesta el terreno se abre a cultivos de cereal. Es el paraje de La Raneja y solo hay que seguir la pista agrícola teniendo en el horizonte la mole del monte Recuenco (1.217 m).
Poco después el camino se bifurca pero descarto el de la derecha y continúo recto orientado por las marcas blancas y rojas del GR-1 además de flechas amarillas que se dirigen hacia los contrafuertes del Recuenco.
Penetro en bosque, mezcla de pinos, acebos y hayas, en cuyo suelo abundan las hepáticas y las primaveras y llego a una alambrada con un paso, que atravieso para seguir hacia la izquierda según indican las balizas blancas y rojas.
Atravieso un bello y antiguo muro de piedra cubierto de musgos y con azules hepáticas y me sumerjo en el hayedo cubierto del eléboro verde y por el que fluye un arroyo. El ambiente es un tanto caótico por las numerosas hayas caídas por las nevadas y que servirán de alimento a insectos, fundamentales para las aves y para la transformación de la madera en nuevo suelo.
En breves minutos salgo a la luz, en un claro situado entre dos colinas boscosas, la del Cueto (896 m) a la derecha y la de La Ozácar (907 m) a la izquierda. Estoy en el mencionado paraje de Los Pozos y en él se ubica un bonito abrevadero de piedra adornado con musgos, helechos y hepáticas.
Dado que es época de reproducción de anfibios me dispongo a curiosear. Y efectivamente, además de renacuajos variados veo varios ejemplares del tritón palmeado (Lissotriton helveticus) que en euskera se denomina uhandre palmatua. Este anfibio es habitual en charcas y abrevaderos donde es fácil de ver, aunque en el verano puede abandonar el agua para refugiarse en el bosque y adquirir una vida nocturna. Cojo uno con sumo cuidado para fotografiarlo tras lo que lo devuelvo a su hogar.
En ese punto se puede continuar hacia el puerto de La Horca pero yo comienzo a retornar al pueblo tomando hacia la derecha la pista que desciende entre encinas y que me llevará a una planicie de pastos y carrascas clareadas, un agradable lugar llamado La Valleja.
Dado que la pista es de piedra suelta, trasteo un poco en busca de algún fósil, pues sé que en este lugar los hay, y efectivamente, no tardo en encontrar una especie de almeja gigante, el Plagiostoma hoperi*, del Cretácico superior (hace unos 85 millones de años), muy habitual en Gaubea – Valdegovía.
Tras guardar mi trofeo fosilizado en la mochila continúo la marcha, atravieso una cancela metálica y observo a la derecha un gran ejemplar de encina cuya base está ahuecada, lo que incluso aumenta su valor estético.
Desciendo por la pista y llego a la carretera que me lleva de nuevo a Bóveda, dando por finalizada esta grata caminata.
Longitud de la ruta: 4,5 km. Tiempo sin paradas: 1 hora
*Nota: la identificación y datación de los fósiles de mi blog ha sido realizada por Carmelo Corral, paleontólogo y conservador de las colecciones de paleontología del Arabako Natur Zientzien Museoa / Museo de Ciencias Naturales de Álava.