Ruta circular desde Pinedo a las cuevas de Santiago y al Alto del Rodil (1.031 m)

Tiempo: 2h 15 min Distancia: 8,4 km. Desnivel: 340 m. Dificultad: fácil

Advertencia: a partir de el Alto del Rodil la ruta tiene un tramo difuso que se resuelve bien con el enlace a Wikiloc o con el mapa de Google Maps que he insertado al final.

En esta ocasión me acerco al pueblo de Pinedo cuyos caminos y paisajes desconozco aunque sí he visitado varias veces sus cuevas artificiales (que ya comenté aquí) y cuya visita es inexcusable.

Comienzo a caminar desde el centro del pueblo desandando 300 m la carretera que conduce a él hasta que veo una desviación a la izquierda donde un cartel indica el camino a las cuevas de Santiago. De frente, Peña Karria se impone en el paisaje.

Peña Karria

En poco tiempo se llega a una planicie; unos peldaños a la derecha nos descienden a las oquedades y tumbas antropomorfas cinceladas en la roca caliza por aquellas humildes gentes medievales. La tournée es breve pero muy interesante y se sale de ella por el otro extremo.

Cuevas artificiales de Santiago (Pinedo)

De nuevo en la planicie tomo una pista hormigonada con indicaciones de la Etapa 15 del GR-1 que seguiré parcialmente.

Caminando bajo los contrafuertes del Alto de Terreros cruzo una verja metálica y llego hasta un depósito de agua. El ambiente es de pinar y carrascal con los sempiternos enebros. Después, en una bifurcación descarto la senda de la izquierda y sigo recto por un pinar para desembocar en otra pista más ancha.

Al de poco cruzo otra verja y giro a la derecha (el camino que sigue recto es una buena alternativa para volver a Pinedo desde Rodil si no se quiere hacer la ruta que planteo yo). Unos metros más allá cruzo una alambrada. Estoy en tierras de Burgos y tomo la pista de la izquierda que parece un cortafuegos y que asciende recta hacia el Rodil.

Con una pendiente moderada pero sostenida alcanzo el Alto del Rodil (1.031 m) tras 1h y 15 minutos de caminata.

Me acerco al corte para fotografiar el pueblo de Mioma y su paisaje y veo a mis pies unos narcisos (Narcissus minor) que además de confirmar la llegada de la primavera me arrancan una sonrisa.

Narcisos
Mioma desde el monte Rodil

Continúo por la pista que ahora desciende hasta un paso de caballete a la izquierda. Lo atravieso y comienza una zona de senda difusa (sin ningún peligro) que desciende por un pinar, incluyendo atravesar una alambrada a pelo y un refugio rocoso para el ganado que sirve como referencia.

Ya en la parte baja, ayudado por la indicaciones de Google Maps, encuentro a la izquierda una pista bien marcada orientada hacia Pinedo.

A partir de ese momento las bifurcaciones se suceden pero la clave está en mantener una orientación SO, a menudo en ascenso, bajo los contrafuertes del Rodil y descartar los caminos de la derecha que nos llevarían a Basabe, pueblo que veremos varias veces entre el arbolado.

Y así, alternando tramos de hayedo y acebos con otros de pinar-carrascal llego a una zona más elevada y soleada donde comienza el descenso a Pinedo, con varios cruces que de nuevo se resuelven bien con el enlace de Wikiloc o con la fotografía de Google Maps del final.

Aprovecho el relax que produce el descenso para curiosear en el camino y encuentro un “yunque de mirlo” (o de zorzal también), una piedra que utilizan estas aves para romper conchas de caracol.

Yunque de mirlo

Llego finalmente a la parte alta de Pinedo, desciendo junto a la iglesia de San Juan Bautista, fotografío un bien conservado potro para herrar que se encuentra a su lado y retorno al punto de inicio con la buena sensación de haber conocido otros parajes de Gaubea/Valdegovía.

Enlace a Wikiloc:

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruta-circular-desde-pinedo-al-alto-del-rodil-1-031-m-126367804 (Ruta circular desde Pinedo al Alto del Rodil (1.031 m)) en Wikiloc

Mapa de la ruta

Senderos de prímulas, caminos de color

Ha llegado la primavera y nada mejor que hablar de las plantas tempraneras que anuncian el cambio de estación. Me refiero a las prímulas o primaveras cuyas flores salpican ya los claros de los bosques, bordes de caminos y márgenes de arroyos.

Primula veris, de amarillo intenso, en un talud

En nuestro valle cohabitan tres especies del género Primula (del latín “la primera”): Primula veris, P. elatior y P. acaulis, las tres de flores amarillas y que todos conocéis al menos de vista.

Para su identificación no entraré en detalles botánicos y me basaré en sus diferencias más visuales, las necesarias para ayudar al senderista curiosón.

Para empezar, las tres coinciden en varios aspectos:

  • Tienen flores amarillas con forma más o menos acampanada
  • sus hojas se extienden como una roseta algo pegadas al suelo
  • se les conoce popularmente como primaveras, flores de San José, pan y quesos…En euskera, San Jose-loreak o udaberri-loreak (flores de primavera).
  • han tenido o tienen usos etnobotánicos parecidos de los que adelanto uno: los niños solían chupar sus flores de sabor azucarado debido al néctar que contienen.

Comencemos con las que tienen sus flores agrupadas en el extremo de un tallo (escapo) largo lo que les da una altura de 10-30 cm:

Primula veris (del latín, primavera) tiene flores olorosas de color amarillo intenso. Florece desde marzo hasta junio y se hace notar en prados, taludes y bordes herbosos de caminos. En Valdegovía es la más notoria y fácil de ver. Conocida también como manguitos o flores de cuquillo (su floración coincide con el canto del cuco) sus hojas tiernas se han comido en ensalada o como verdura. Sus flores, maceradas en agua, se han utilizado para obtener agua perfumada y en el sur de Araba/Álava se usaban las hojas y flores (junto con otras muchas especies) para elaborar la pomada sanjuanera, remedio para contusiones e inflamaciones de la piel.

P. veris en un claro forestal

También se ha tomado en infusión para aliviar catarros y bronquitis y para conciliar el sueño, utilidades que comparte con las otras dos especies.

Primula elatior (del latín, la más alta) es muy parecida a la anterior pero se le distingue muy bien por sus flores de color amarillo pálido. Florece de marzo a junio y no es tan habitual como la anterior. Vive dispersa en lugares sombríos de hayedos, claros de bosque y junto a arroyos. En Euskadi se han utilizado sus raíces para curar contusiones y esguinces y macerada en agua junto con violetas (Viola sp.) se obtenía una suave colonia.

Primula elatior con sus flores de color amarillo pálido

La tercera especie es Primula acaulis (del latín, sin tallo), muy fácil de distinguir de las anteriores pues sus flores, de color amarillo pálido y más abiertas que las otras, nacen independientes casi a ras de suelo, cada una de ellas con su pedicelo (rabillo). Es la más temprana en florecer pues ya en enero se ven algunos ejemplares cuya flor perdurará hasta mayo. Vive de forma dispersa en zonas húmedas y sombrías del bosque o márgenes de ríos.

Primula acaulis con sus flores cerca del suelo

Entre los nombres populares que le han dado a esta prímula me llama la atención uno de Menorca: las parejas de enamorados hacían ramitos con ellas y les llamaban “suegras y nueras”, pues sus flores parecen darse la espalda. Y como las anteriores, también se ha usado para perfumar el agua de baño.

Finalizo con una curiosidad de las tres primaveras: en el interior de sus pétalos hay unas zonas teñidas de amarillo intenso o naranja. Se les conoce como guías de néctar y sirven para atraer y guiar hacia esa sustancia dulzona a los insectos que las polinizan, que en este caso son abejas, abejorros y diversas mariposas diurnas.