Madroños, te embriagarán por su color y algo más…

Sigo con la descripción y curiosidades sobre los arbustos de Gaubea – Valdegovía y esta vez le toca al siempre verde madroño (Arbutus unedo) que en euskera se denomina gurbitza y que ya comienza a ofrecer sus coloridos frutos.

Es un arbolillo que puede alcanzar los 8 m de altura, con un tronco de madera dura y corteza rojiza de aspecto agrietado.

Varios frutos del madroño de color rojo en una rama
Frutos maduros del madroño

Sus hojas, perennes y duras, son verde brillantes por el haz y mates por el envés, con el borde aserrado.

Las flores, de color blanco o rosado, son pequeñas, con forma de campana cerrada y forman bonitos grupos colgantes. Surgen a finales de otoño e inicios de invierno. Los frutos, que aparecen en otoño, son redondos, de unos 2-3 cm de diámetro, granulados y carnosos, con bellos tonos que van del amarillo al rojo intenso pasando por el naranja según su madurez. Curiosamente, como tardan un año en madurar pueden coincidir con las flores del siguiente año; o sea que en invierno podemos ver a ambos en la misma planta.

Ramas con hojas verdes del madroño con flores blanquecinas y frutos rojizos
Madroño con frutos y flores

Es una especie de tipo mediterráneo que de vez en cuando forma bosquetes llamados madroñales, como el que se ve en la última fotografía, tomada en el karst de Peñas Blancas (Barakaldo, Bizkaia). En Valdeovía no abunda y lo podemos ver principalmente en la foz de Angosto y en Sobrón, pues en ambos casos el madroño encuentra un entorno algo húmedo y soleado que le protege de las heladas, su mayor enemigo.

Flores de madroño de color rosáceo y forma de campana en una rama
Flores del madroño

Es bien conocido en toda la península ibérica por lo que sus usos etnobotánicos han sido extensos.

Su madera, por ejemplo, que es muy dura, se ha utilizado para obtener un buen carbón vegetal y para fabricar utensilios (cucharas, cuencos, aperos…). Sus hojas y corteza han servido para curtir pieles debido a que son ricas en taninos, unas sustancias vegetales que además de ese uso curtiente proporcionan un sabor amargo y seco a los alimentos (y sí, también al vino, pues se encuentran en la piel y pepitas de la uva). Dado que son astringentes, se han usado en medicina popular para combatir diarreas y también como diuréticas.

Varios frutos de madroño de color rojizo caídos en el suelo
Madroños caídos en el suelo

Pero el mayor uso se ha obtenido de sus frutos, comestibles y dulces en la madurez (si puedes, pruébalos sin miedo). Con ellos se siguen haciendo mermeladas y vinagres, y cómo no, el conocido licor de madroños por maceración de sus frutos. También se obtiene por destilación un recio aguardiente e incluso en Asturias siguen comercializando un anís de madroños.

Y si has oído alguna vez que comerlos en exceso produce dolor de cabeza o una ligera borrachera, pues es cierto. Los azúcares del fruto comienzan a fermentar en el propio árbol produciendo alcohol. Es por ese motivo que en algunos lugares les llaman borrachines y que su apellido latino “unedo” significa “de uno en uno“, un recordatorio para la prudencia a la hora de degustarlos.

Un ejemplar de madroño aislado
Ejemplar de madroño en Peñas Blancas
Pequeño bosque de madroños
Madroñal en Peñas Blancas

Ruta circular desde Bóveda al monte Peña Alta (1.022 m) y descenso por el Puerto de La Horca

Tiempo total: 4 h 30 min Distancia: 16 km Dificultad: fácil Desnivel: 330 m

Peña Ata de Losa (1.022 m) se encuentra en el extremo occidental de la sierra de S. Pedro de la Risca, en tierras del valle de Losa aunque pegado a los extensos pastizales de La Granja, en Bóveda (Araba).

Cumbre de Peña Alta de Losa

La ruta es algo larga pero no exige un gran esfuerzo pues la pendiente siempre es suave. ¡Arranquemos!

Comienzo a caminar a la altura del numero 60 de la Calle Real de Bóveda, pasando junto a la fuente- lavadero y tomando la pista asfaltada de la izquierda tal como indico en la toma de Google Maps al final del texto. Llego a una bifurcación con una construcción de ladrillo y continúo por la izquierda hasta dar con una barrera metálica. Varios arbustos han comenzado ya a exponer sus frutos a las aves, como los escaramujos del rosal silvestre (Rosa canina), el saúco (Sambucus nigra) y el espino albar (Crataegus monogyna).

Tras la barrera comienza una bonita zona de pastos y encinas clareadas con aspecto de dehesa, aunque poco después la pista se adentra en un pinar mezclado con hayas.

Camino sin esfuerzo y más arriba, en una curva, un camino que asciende se me une por la derecha y poco después, en una bifurcación con aspecto de Y prosigo por el camino de la izquierda hasta dar con la cruz de Leocadio (1891), hecha de hierro.

Más arriba, cuando acaba la pendiente, el camino se curva de nuevo y se une con otro. Es el momento de girar a la izquierda para encontrarnos ahí mismo el barrerón metálico de Muniteri, muga entre Bóveda y Losa.

Cruzo la barrera y tomo la ancha pista de la izquierda que limitada por una alambrada tiene aspecto de cortafuegos. Estoy en tierras burgalesas y sigo cómodamente hasta una nueva bifurcación, en la que tomo la opción de la derecha (si siguiera recto llegaría al portillo que utilizaré en el descenso). Y así, sin darme cuenta, llego a un pastizal cubierto de quitameriendas (Merendera montana) con algunos cardos azules (Eryngium bourgatii) a pocos metros de la cumbre de Peña Alta, a la que llego tras 1 h 40 minutos de caminata.

Disfruto de las vistas: frente a mí la mole del Recuenco, a mi espalda, los pastos de La Granja, hacia el oeste San Pantaleón de Losa y hacia el E, Peña Karria y la Sierra de Artzena.

Panorámica desde Peña Alta con Peña Karria y la Siera de Artzena al fondo

Para descender me dirijo hacia el E (izquierda según se mira al Recuenco) por un difuso sendero que discurre paralelo al corte con el barranco hasta encontrar un portillo con una puerta de madera. Lo atravieso para continuar por una buena pista balizada con señales blancas y amarillas del PRC-BU-62 que conduce a Río de Losa. La cómoda senda me permite descender por la ladera norte del monte camino al puerto de La Horca.

Siguiendo las balizas llego a la fuente de Camoro y su abrevadero, un lugar agradable entre elegantes encinas. Es el momento de dejar el PR y girar a la izquierda para seguir las señales rojas y blancas del GR-1 que me dejan en la carretera A-2622/ BU-553, a 350 m del puerto de La Horca.

Fuente y abrevadero de Camoro rodeado de encinas

Llego al puerto y cruzo un paso de alambrada ubicado en la margen derecha; asciendo un poco para retomar las marcas del GR-1 y comienzo ya a descender con la carretera siempre a la vista. Llego así a unos cultivos que atravieso hasta dar con un giro a la derecha que me aleja de la carretera para bordear una colina.

Tras el rodeo veo de nuevo la carretera a unos 200 m. Atención! (*): es el momento de meterse por la derecha en la espesura junto a un arroyo (ahora seco) para ver un paso de caballete de madera y la pintura roja y blanca. Después aparece un claro y una buena senda que asciende casi 1 km por un pinar y que posteriormente, en un giro balizado, desciende al abrevadero de Los Pozos. Una señal indica que sólo quedan 2,3 km por el GR-1 hasta Bóveda .

El aromático orégano en flor

Sigo las marcas atravesando un bonito hayedo y tras desembocar en unos pastizales con encinas, prosigo por una pista agrícola en cuyos bordes todavía perdura el oloroso orégano (Origanum vulgare). La pista me conduce con rapidez a Bóveda justo hasta el punto de inicio de la ruta.

Nota referida al asterisco del texto: si estamos ya cansados y sin ganas de ascender hasta el paraje de Los Pozos, podemos acceder en ese punto a la carretera A-2622 y volver cómodamente a Bóveda (1,9 km).

Detalle del inicio de la ruta en el nº 60 de la Calle Real en Bóveda
Mapa de la ruta

Nombres en euskera de las especies mencionadas:

Rosa silvestre: arkakaratsa / saúco : intsusa beltza / espino albar: elorri zuria / quitameriendas: askari lorea / orégano: oreganoa