El género de hongos Amanita cuenta con 600 especies en el mundo y entre ellas se encuentran algunas de las setas más mortales, como la Amanita phalloides, o de las más deliciosas, como la A. caesarea (que puede confundirse con la protagonista de esta entrada).
Pero en lo que a belleza se refiere seguramente sea la Amanita muscaria uno de los hongos más bellos de nuestros bosques. Se le conoce como falsa oronja* (con igual significado, en euskera se denomina kuleto faltsua ) o matamoscas (luego explico por qué).
Es una seta casi cosmopolita que crece durante el otoño en bosques de pinos, abedules, hayas y otras especies y ya desde la distancia llama la atención por su pie blanco y un sombrero rojo intenso o naranja cubierto de puntos blancos, restos del velo, una fina membrana que cubre a muchas setas cuando son jóvenes.
Casi todo el mundo sabe que es una especie tóxica que no se debe comer aunque pocas veces resulta mortal (la Asociación Micológica de Norteamérica afirma que en su territorio no ha habido ninguna muerte por este hongo en 100 años). Incluso hay micólogos que afirman que se vuelve comestible después de una adecuada cocción, tal como hacen en algunas regiones de Japón.
Pero la fama milenaria de esta seta es debida a que es entéogena (que tiene la capacidad de alterar nuestro estado mental), más concretamente alucinógena, debido a una toxina psicoactiva, el muscimol (y el ácido iboténico, pero este se convierte en muscimol cuando la seta se seca o entra en el organismo).
El muscimol se encuentra sobre todo bajo la cutícula del sombrero. Son suficientes 6 mg (el equivalente a un ejemplar) para que al de 30-60 minutos comience una verdadera colección de síntomas: náuseas, sudoración, bajada de la tensión arterial… pero también otros efectos similares a la embriaguez (euforia, somnolencia, placidez…) y otros de tipo alucinatorio tanto auditivos como visuales, entre los que se incluyen los del Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas: percibir los objetos más grandes (macropsia) o pequeños (micropsia) de lo que son, o más lejanos o cercanos, percepciones vividas por la niña Alicia en el conocido libro de Lewis Carrol. Cuando el consumo ha sido excesivo (100 g de seta seca contienen unos 150 mg de muscimol) pueden surgir convulsiones e incluso el coma.
Esa capacidad para alterar la realidad era ya conocida especialmente por los pueblos indígenas de Siberia, cuyos chamanes utilizaban la matamoscas en sus rituales para entrar en trance y comunicarse con los espíritus o predecir el futuro (según he leído, hoy en día el vodka ha suplido a la muscaria para esos fines…).
Entre esos pueblos indígenas me detengo en los koriakos de la Peninsula de Kamchatka (este de Siberia) pues hay testimonios escritos de un hecho sorprendente: resulta que el muscimol llega a la orina casi sin alterar. Por ese motivo, cuando un chamán o un hombre rico de la aldea que podía pagarse las amanitas iba a orinar, la gente más pobre esperaba y se bebía esa orina puesto que mantenía la capacidad alucinógena. Y no sólo eso, sino que rozando la leyenda, los renos podían beber esa orina vertida sobre la nieve y tras quedar algo aturdidos eran cazados con mayor facilidad.
Respecto a si las brujas medievales de Europa la utilizaban en sus akelarres parece que no hay citas fiables, pero si es cierto que en determinadas aldeas de las dos vertientes de los Pirineos se ha utilizado esporádicamente con fines lúdicos.
Finalizo con el nombre de matamoscas. Muscaria deriva del latín musca, mosca. Parece ser que recibe ese nombre en muchas lenguas europeas y el motivo es que el líquido obtenido al mezclar la seta con leche o agua es capaz de matar a esos insectos. Ya lo escribió San Alberto Magno (siglo XIII): “vocatur fungus muscarum, eo quod in lacte pulverizatus interficit muscas” (algo así como: se le llama hongo mosca pues pulverizado con leche mata moscas).
Hay que reconocer que las historias asociadas a esta elegante amanita son, efectivamente, bastante alucinantes.
*Nota: la verdadera oronja (kuletoa en euskera) es la cotizada y parecida Amanita caesarea.