Ruta circular desde Mioma hasta el monte Risca (1.003 m)

Longitud: 7,5 km Tiempo: 2h 15 min. Dificultad: fácil Desnivel: 250 m

Volvemos a la Sierra de la Risca pero esta vez iremos a su extremo oriental para ascender cómodamente al monte Risca desde el escondido pueblo de Mioma.

Panorámica del pueblo de Mioma
Mioma

Iniciamos la caminata junto a la iglesia de S. Román siguiendo la Calle Real dirección este (ver la imagen de Google Maps al final del texto) y que nos saca del pueblo por una ancha pista.

Entre campos de avena adornados con amapolas (y la temible cicuta también) ascendemos sin apenas pendiente hasta una puerta metálica que cruzamos. Estamos en el collado de Estuliz / Astúlez, que comunica el pueblo homónimo con Mioma.

Planta de la cicuta en flor
La mortal cicuta (Conium maculatum) y amapolas (Papaver rhoeas) en el camino

Tomamos la pista de la izquierda, ancha y pedregosa, que atraviesa un encinar clareado con enebros. En los pequeños pastos revolotea feliz la mariposa macaón (Papilio machaon), una de la más bellas y que cumple un trato milenario con las plantas que visita: “tu me das tu néctar nutritivo y yo te polinizo”.

La mariposa macaón
La bella mariposa macaón o cola de golondrina

Poco después nos acercamos a un abrevadero circular. Atención: antes de llegar a él vemos a nuestra derecha un apilamiento de piedras; es el momento de dejar el camino y meternos en el bosque (dirección norte) para, por sendero difuso, acercarnos a la alambrada situada en el corte de la sierra, que nos servirá de guía permanente para acceder a nuestra cima.

Efectivamente, con la alambrada más o menos a la vista avanzamos entre el arbolado y zonas más despejadas hasta llegar a un paso de caballete de madera pegado al risco y que separa las tierras alavesas de Burgos.

Lo cruzamos y tras 5 minutos por un buena pista coronamos el monte Risca (Burgos) con su buzón del Grupo de Montaña Iberduero. Hemos tardado 1h 15 minutos.

Panorámica del valle de Losa
Panorámica desde el monte Risca con Villalba de Losa al fondo

A nuestros pies un bonito hayedo con fresnos y arces recubre el barranco y en la llanura donde el cereal ya amarillea vemos de frente Villalba de Losa, a su derecha, Berberana y al fondo la Sierra Salvada con la Virgen del Txarlazo. ¡Un lujo de paisaje!.

Volvemos a la alambrada pero, sin cruzarla y pegados a ella, descendemos por una pista forestal. Poco después la senda vira a la derecha, justo donde vemos dos pasos para franquear las alambradas del lugar. Elegimos la que tiene dos peldaños de madera y descartamos la que tiene forma de caballete.

Flores rosas de un tipo de lino
Flores de Linum viscosum, un tipo de lino que crece en los pastos de monte y claros de bosque

A partir de aquí se trata de descender casi recto por sendero difuso y terreno abierto, sin complicación alguna, siempre con la larguísima alambrada a nuestra izquierda, hasta ver una antena de telefonía a la que nos dirigimos.

La sobrepasamos y acercándonos de nuevo a la alambrada, la franqueamos por un paso que abrimos con la mano. Poco después, hacemos lo mismo con un nuevo caballete.

Tras éste, giramos a la derecha y llegamos a una carretera vecinal que seguimos por la izquierda para volver en pocos minutos a Mioma.

A la izquierda, iglesia de S. Román

A la hora de volver, sería imperdonable no visitar Valpuesta, que hemos atravesado en nuestro acceso a Mioma. Este coqueto pueblo burgalés, incrustado en la geografía de Gaubea / Valdegovía, es conocido por su famosa colegiata donde se encontraron unos cartularios (documentos escritos) que podrían ser considerados como la cuna del castellano (aquí os dejo un enlace con más información).

Una persona fotografía la colegiata de Valpuesta
Valpuesta y su famosa colegiata
Mapa de la ruta
Detalle del comienzo de la ruta

Nombres en euskera de algunas especies mencionadas:

Cicuta: astaperrexila / Amapola: mitxoleta / Mariposa macaón: makaon tximeleta / Sedum acre: txori-bazka / Mostajo: hostazuria

Arbustos de Valdegovía: la morrionera (Viburnum lantana)

Inicio con esta entrada una sección para los arbustos de Gaubea – Valdegovía. Poco a poco iré describiendo este tipo de plantas muy interesantes para un divulgador y para el senderista curioso: tienen un tamaño bien visible y sus flores y/o frutos son muy notorios por lo que es fácil verlos en el paisaje e identificarlos.

Arbusto de morrionera cubierto de flores blancas y cielo azul
Morrionera en flor junto a un arroyo. Al fondo, Peña Karria

Comienzo con la morrionera (Viburnum lantana y marmaratila en euskera) pues hasta hace poco ha estado en flor pero los frutos ya han comenzado a formarse. Ahora verdes, dentro de poco se volverán de un rojo llamativo y los veremos por todos los sitios.

Conjunto de frutos verdes
Frutos verdes a finales de mayo

Su nombre común parece que proviene de la forma algo aplanada de los frutos que se parecerían al morrión, el casco de los antiguos conquistadores de América. También le llaman cornohuela porque su leña en la hoguera huele mal, a cuerno quemado.

Es un arbusto de troncos flexibles que alcanza 3-4 m de altura. Sus hojas, opuestas y de forma elíptica, tienen el margen finamente dentado.

Conjunto de flores blancas en una rama
Flores de la morrionera

Florece en primavera. Sus flores blancas forman apretados conjuntos llamados corimbos que llaman la atención en los bordes de los caminos, arroyos y bosques donde habita.

El fruto surge en mayo-junio. Primero verde, luego de un encendido rojo, finalmente torna a negro en la madurez, a la espera de que los pájaros los coman y dispersen sus semillas.

Grupo de frutos rojos inmaduros
Frutos inmaduros en verano

En las zonas rurales de la península ibérica se le han sacado varios usos. Así, por ejemplo, aunque los frutos inmaduros son tóxicos y producen vómitos, los maduros se han comido en crudo e incluso se han utilizado para hacer mermeladas.

Por lo que leído, sus troncos rectos todavía son apreciados para obtener varas flexibles y “akullus” (vara con una punta metálica en el extremo) que se usan en la conducción del ganado.

Frutos rojos inmaduros y negros maduros en un mismo grupo
Frutos inmaduros (rojos) y maduros (negros) en verano-otoño

En el Pirineo Catalán los zahoríes se valían de sus horquillas para buscar agua. Al pasar por encima de un acuífero, la horquilla se ponía vertical avisando del descubrimiento (obviamente no hay fundamento para eso pero esas creencias me gustan pues son parte de un patrimonio etnobotánico interesante).

De sus hojas cocidas en lejía se obtenía un tinte para ennegrecer el cabello y evitar su caída, aunque esa práctica parece haber desaparecido hoy en día.

Y dado que es un bonito arbusto también se ha utilizado en jardinería y para hacer setos.

Si alguien sabe del uso que se le ha dado en nuestro valle o cercanías le agradecería que me lo comunicara. Por mi parte, probaré sus frutos maduros para conocer un poco mejor a este arbusto cuyas flores alegran mi ánimo en las caminatas primaverales.

Ruta circular desde Quintanilla a Valluerca pasando por La Peña

Nota: esta ruta tiene lugares compartidos con la de Valluerca al monte de La Risca de San Pedro por lo que permite hacer combinaciones entre ambas.

Longitud: 9,8 km Tiempo total: 2 h Dificultad: fácil Desnivel: 200 m

El camino que describo esta vez une los pueblos de Quintanilla y Valluerca pasando por una zona que la gente del lugar denomina La Peña, allá en el corte que separa Valdegovía del Valle de Losa. Además contiene tramos del GR-282/Camino natural Senda del Pastoreo.

Paisaje del pueblo de Quinatnilla con una campo verde de cereal
Brumas sobre Quintanilla

Inicio la marcha junto a la iglesia de Quintanilla y tomo un callejón que me saca del pueblo hasta un descampado donde se ve una verja metálica. Pero antes me dirijo a la izquierda a curiosear en la campa que mencioné en la ruta Bóveda-Quintanilla con la agradable sorpresa de ver unos ajos silvestres (Allium roseum) en flor. Cojo algunos para probarlos en algún revuelto y retrocedo para una vez atravesada la verja continuar la ruta.

Imagen comparativa de una encina y de un quejigo
A la izquierda, una encina; a la derecha, un quejigo

La pista, ancha y sin apenas pendiente, me llevará en menos de 1 hora hasta el entorno de La Peña, pero antes me detengo un rato a contemplar los enormes quejigos (Quercus faginea) que deberían ser catalogados como recurso turístico (creo que alguna vez se ha organizado alguna visita por parte de la Oficina de Turismo…).

En la fotografía, a la izquierda hoja de quejigo y a la derecha, de encina

Tras tomarles algunas fotografías prosigo mientras veo que las rosas silvestres (Rosa canina) y las madreselvas (Lonicera etrusca) ya están en flor, ambas con delicados aromas, sobre todo la segunda.

Flor de un rosal silvestre
Rosa silvestre
Flores de la madreselva, de colores amarillo y rojizo
Madreselva en flor

Alternando tramos de pinos y encinas con zonas despejadas donde veo flores de la correhuela (Convolvulus cantabrica) y de un pequeño cardo azul (Carduncellus mitissimus), llego a una nueva verja tras la cual estoy ya en el corte de la sierra, pero en tierras burgalesas. Un camino desciende a Fresno de Losa y un panel explica que el nombre del valle, Losa, proviene de las piedras planas de caliza que se encuentran bajo el suelo del valle y que se han utilizado en la construcción de casas y muros.

Me dirijo por la cresta hacia la izquierda para poder observar algo de paisaje. Desde ahí veo a mis pies Villalambrús; a la derecha, aunque no lo veo, está Fresno de Losa.

Vista panorámica del valle de Losa con campos verdes y amarillos por la colza
Vista panorámica del valle de Losa con los pueblos Villalambrús y, al fondo, Villacian

Vuelvo a la verja y tras pasarla continúo por la senda de la izquierda, que ofrece ya unas vistas de la Sierra de Bóveda, aunque las nubes la ocultan parcialmente.

Paisaje de vacas pastando y una sierra montañosa al fondo
Vacas en la zona de El Jugadero. Al fondo, con niebla, la sierra de Bóveda

Poco después llego al cruce de caminos de El Jugadero, mencionado en la ruta Valluerca-Risca de San Pedro. Cruzo la alambrada y continúo recto, obviando las sendas de la izquierda, que podría llevarnos al monte La Risca de San Pedro, y la de la derecha, que conduce al monte Corona (que también permite bajar a Valluerca).

El camino comienza a descender en un entorno de pinares y claros hasta llegar al arroyo del Valle, cerca ya de Valluerca.

Me arrimo a los pequeños saltos de agua cristalina por si veo algún cangrejo autóctono, pero no hay suerte.

Pequeño salto en el arroyo del Valle

¡No importa! Junto al camino, una mancha verde llama mi atención. Un lagarto verde (Lacerta viridis) espera adormecido a los rayos de sol y aprovecho la ocasión para inmortalizarlo. No es que sea una especie rara, pero tampoco la ve uno con frecuencia y agradezco el encuentro.

Lagarto verde algo enroscado
Lagarto verde

Poco después llego al lavadero y fuente de Valluerca, siempre refrescante. Ya sólo me queda seguir la tranquila carretera A-4337, que apenas tiene tráfico, y volver a Quintanilla dando por concluida la ruta.

Mapa de la ruta obtenido de Google Maps
Mapa de la ruta

Nombres en euskera:

Ajo silvestre: basa-baratxuria / Rosal silvestre: arkakaratsa / Madreselva: atxaparra / Quejigo: erkametza / Lagarto verde: musker berdea

Historias curiosas sobre los cultivos de adormidera

Nota: las fotografías están tomadas hace unos años y a fecha de hoy esas fincas están ocupadas con cultivos convencionales.

No pensaba escribir sobre los cultivos alaveses de la adormidera o planta del opio (Papaver somniferum) que en euskera se llama lo-belarra (hierba del sueño) pero una reciente noticia en los periódicos me ha animado a hablar sobre el tema.

Adormideras con la cápsula desarrollada en un cultivo autorizado

La noticia habla de “los vampiros del opio” (un término exagerado en mi opinión), personas que viajan por diversas regiones en busca de plantaciones tanto legales como fincas en las que la planta crece de manera silvestre, sin tutela.

Se mueven en la época en la que la adormidera tiene ya su fruto, una llamativa cápsula verde que además de guardar en su interior las semillas, produce un latex que rezuma cuando se raja con un cuchillo. Es este latex u opio, rico en potentes sustancias con efectos narcóticos, lo que buscan estos “vampiros”, algo que por otra parte llevan haciendo los humanos desde hace al menos 5000 años a.e.c.

Adormideras en flor en un cultivo autorizado

Sin embargo esta forma de consumo plantea dos peligros: la adicción (algo que también ocurre con los fármacos opiáceos como la morfina) y la sobredosis accidental, pues en cada planta la composición del latex puede variar.

Más allá de esta curiosa noticia, la realidad es que los cultivos de adormidera son uno más de los que pueden realizarse en Álava y otras muchas zonas peninsulares. Eso si, cada uno de ellos cuenta con un permiso específico y estará vigilado por la policía para evitar lo comentado antes.

Fruto con forma de cápsula de la adormidera

Además cada año sólo se dan las licencias necesarias para cubrir la demanda anual de fármacos.

Florece en primavera y se recolecta en verano. Se desechan las raíces y las hojas, las semillas se apartan para su uso en panadería y bollería (su contenido en alcaloides es ínfimo) y el resto, llamado paja de adormidera, se envía a la empresa Alcaliber, única autorizada y que se dedica a la producción de fármacos opiáceos.

Adormideras con sus cápsulas

¿Cuáles son estos fármacos? Pues entre otros, medicamentos fundamentales en la medicina moderna: morfina para aliviar el dolor intenso, tebaína para obtener analgésicos como la oxicodona, codeína y noscapina contra la tos, y papaverina para mejorar la circulación sanguínea.

En nuestro valle los cultivos son muy llamativos en la época de la floración y cuando producen el fruto recuerdan a campos de países del SE asiático. Recuerdo mi primera sensación de estupefacción cuando vi uno de ellos!

Semillas de adormidera utilizadas en panadería y bollería

Más allá de que podamos ver estos exóticos cultivos de forma intermitente, siempre nos quedarán los campos de amapolas (Papaver rhoeas, su pariente), que esas si, cada año alegran el paisaje (aunque algún agricultor podría discrepar de esta afirmación, claro está).