Tiempo total: 2 h 10 min Distancia: 8 km Dificultad: fácil Desnivel: 340 m
Siempre me ha gustado esta ruta: fácil, cómoda, rápida (1 h al Recuenco) y agradable. Además, cuenta con un espectacular menhir sobre el circo de Valderejo y los restos de una cabaña de pastores trashumantes que cuentan algo de la historia de este calcáreo lugar. Vamos allá.
Dejo el vehículo en el puerto de La Horca (898 m) situado en la carretera A-2622 que une Bóveda (Araba) con San Pantaleón de Losa (Burgos).
A mano izquierda (según se sube de Bóveda) atravieso una alambrada y comienzo a caminar sobre una buena pista, primero rodeado de pastos, rosales y enebros, y después por carrascas y pinos. En los bordes abunda la cuajaleche (Galium verum), una hierba que se ha utilizado para cuajar la leche en la elaboración de quesos
Según asciendo aparecen las hayas y también las vistas sobre Bovéda. Recuerdo que en el mes de mayo las rocas calizas de los bordes eran un festival de plantas rupícolas (las que crecen en los roquedos) pero ahora, y más con el calor de los últimos días, la mayoría de las flores se han marchitado aunque han dejado su legado en las semillas que estarán ya madurando.
La senda hace una pronunciada curva a la derecha (bajaré luego directamente hasta aquí) y se enfila ya al portillo de Valderejo donde un cartel del parque natural advierte de las restricciones para los senderistas. A la derecha, una pequeña prominencia llamada el Alto de la Pinilla está marcada con un monolito de piedra.
Sigo la pista que gira a la izquierda entre pastos pedregosos, hayas sueltas y enebros achaparrados para resistir el viento y poco después llego a un poste con la indicación al monte Recuenco. Ayudado por otros postes con círculos amarillos, llego a la cima del Recuenco, también llamado Lerón.
En sus cercanías veo a la bellísima Rosa pendulina refugiada en una grieta. El color de sus pétalos es de un rojo tan intenso que te llamará la atención.
Me dirijo ahora al menhir de El Gustal para lo que sigo un muro de piedra dirección sur que me acerca al corte de la sierra. Veo pronto el monolito y accedo a él en pocos minutos. Fue descubierto en 1982 y restaurado en 2007. Mide 3,75 m de altura, pesa unos 1.500 kg y tiene una edad de unos 5.000 años de antigüedad. Dicen los especialistas que tal vez sirvió como guía para atravesar estas tierras montanas pero en cualquier caso aquellas gentes del Neolítico eligieron un lugar espectacular, pues las vistas sobre el circo de Valderejo y la Sierra de Artzena son impresionantes, como podéis ver en el vídeo.
Retrocedo ahora para volver al muro anterior y sin camino evidente pero sin complicaciones me acerco a la cabaña de pastores de La Mesta.
El Concejo de la Mesta fue una asociación de ganaderos trashumantes que entre los siglos XVIII-XIX conducían sus rebaños por varias rutas, entre ellas desde Castilla hasta Valderejo, por la calidad de sus pastos en el verano. La cabaña fue reconstruida en 2011; es circular, de piedra caliza y antaño tenía una cubierta de ramas bajo la que dormían y protegían de la lluvia y de las tormentas aquellos rudos pastores (aquí os dejo un enlace sobre los trabajos de restauración).
Además, en una hondonada cercana encuentro una población enorme de Digitalis parviflora, llamada dedales por la forma de sus flores, lo que aumenta mi interés por el lugar. Esta planta se ha utilizado en Reinosa para curar la sarna de las ovejas. ¿Tal vez fue cultivada por los pastores con esa intención?.
Es hora de volver y lo sencillo es retornar a la cercana cima del Recuenco y desandar la ruta, pero opto por acercarme a otro vértice geodésico muy próximo, pues sé que desde ahí tendré una buena vista del valle de Bóveda, Quintanilla y Valluerca. Y así es, pero la calima difumina el paisaje, ya amarillento por el cereal maduro. Mientras tanto, unos buitres leonados (Gyps fulvus) que están aprovechando las corrientes térmicas me entretienen con su vuelo ocioso.
Como veo que el descenso directo hasta la curva del sendero parece sencillo, comienzo a bajar entre brezos y hayas (Google Maps facilita la conexión). Aprovecho para curiosear entre los troncos secos de algunas hayas por si puedo ver al escasísimo escarabajo Rosalia alpina aunque esta vez no ha habido suerte.
Llegado a la curva del sendero que he mencionado en el ascenso, solo me queda volver al puerto de La Horca tras haber disfrutado de esta ruta que combina a la perfección paisaje, botánica y arqueología.